Por Alberto Cisneros Lavaller*
La designación reciente de Mohammed bin Salman, de 30 años de edad, como Príncipe Heredero Sustituto del Príncipe Heredero actual Mohammed bin Nayef, por parte de su padre el Rey Salman bin Abdulaziz, le ha otorgado poderes especiales que el joven príncipe está comenzando a ejercer de forma inclaudicable. Una interpretación de esos hechos explicaría que con dicha decisión, la Corona está privilegiando el principio de estabilidad y equilibrio en el Reino, por sobre el del mayorazgo. Ello se lograría, conforme la mentalidad saudita, a través de un Rey joven que gobierne por varias décadas. Este principio estuvo presente con anterioridad, tan temprano como en 1992 cuando el entonces Rey Fahd, fallecido en 2005, quien precediera a Abdalá y al actual Rey Salman, lo estableciera en un Edicto Real de Sucesión. Por otra parte, el ascenso del joven Príncipe a esas altas esferas de poder en el Reino, se explicaría por la influencia de su madre (tercera esposa del Rey Salman), para colocar a su hijo en posiciones de influencia por sobre algunos de sus medio hermanos mayores, como es el caso de Abdulaziz bin Salman, sempiterno Vice Ministro de Petróleo, mucho mayor que el Príncipe Mohammed.
Esta nueva generación de la familia real representada por Mohammed, ha revolucionado las políticas del Reino al establecer un Plan de Desarrollo de largo plazo que implica entre otras cosas una diversificación económica y una privatización parcial de la petrolera estatal Saudi Aramco. Cabe aclarar, sin embargo, que la diversificación alude a corrientes de industrialización aguas abajo de los derivados del petróleo. En este sentido el sector petroquímico liderado por SABIC resultaría sumamente beneficiado. Por otra parte, la “privatización” de parte de la compañía estatal en un 5 % estaría siguiendo ejemplos como los simbolizados por Statoil en Noruega y dentro de nuestra América Latina por Petrobras, y Ecopetrol más recientemente. Esta privatización, que generaría recursos extras para financiar la mencionada diversificación, no es fácil de implementar dentro de los patrones del Reino. Entre otras cosas por cuanto los ingresos de Aramco se canalizan de manera indiscriminada hacia el Ministerio de Finanzas. De manera pues que, además de certificar reservas para lograr que se produzca un IPO que algunos juzgan en más de $ 2 Trillones de dólares, hay que discriminar dentro de las cuentas de ese Ministerio las provenientes de ingresos directos de Saudi Aramco. Y tales tareas no son de rápida implementación.
Con estas políticas y planes de desarrollo de largo plazo, el Reino está enviando al mundo y en particular al mercado petrolero internacional mensajes concretos sobre la futura estrategia petrolera saudí. Pudieran destacarse varios de ellos, como a continuación se explica. Primero, la necesidad de desarrollar lo más aceleradamente posible la extracción petrolera en su territorio. Parte de los dineros logrados con motivo de la privatización parcial serían destinados a ello. Segundo, en cuanto al tipo de estrategia, esta sería la típica para un gran productor petrolero de largo plazo, reafirmando que el objetivo es volumétrico (para así lograr una mayor participación de mercado). En este sentido, pretende aprovechar una ventana que se abriría hasta el 2040, donde la aportación petrolera en el “energy mix” seria todavía mayoritaria. Tercero, y con relación a los intereses del Reino, favorecer tácticas de precios moderados o relativamente bajos para el largo plazo (en términos proporcionales y con relación a las décadas que se trate), para asegurar así que haya en el mundo compradores del petróleo saudita durante todo ese período. En otras palabras, citando al egregio venezolano Arturo Uslar Pietri, sembrar el petróleo en el buen sentido de la palabra y con el apalancamiento de que sirva de fulcro para diversificar la economía. Y cuarto, la necesidad del Reino de lograr una máxima eficiencia en la producción a fin de extraer mayores volúmenes aun a precios moderados (bajando los costos de producción apoyados en tecnologías de innovación).
Frente a estas interpretaciones con relación a las estrategias, tácticas y políticas del primer exportador del mundo, cabe preguntarse qué impacto pueden tener en los mercados petroleros internacionales. La primera pregunta se vincula al abastecimiento sostenido para el caso de que la demanda mundial crezca significativamente. Una primera respuesta pareciera dar un Sí a esta pregunta. La segunda está ligada al nivel de precios que sería dable esperar. La respuesta es que estos parecieran ser moderados en el largo plazo. En cuanto a la actualidad se refiere, hemos venido publicando y divulgando personalmente que los precios estaban buscando un piso y la realidad actual nos ha dado la razón; un piso que puede ubicarse en alrededor de los $ 40/b (frente a los $ 50/b promedio del último semestre del 2015). Sin embargo, si bien pueda darse una recuperación mayor para el corto / mediano plazo (tres a cinco años) en términos relativos, la tendencia nunca llegaría a niveles de precios encumbrados (como los $ 200/b, cifra ilustrativa que varios analistas de banca de inversión habían pronosticados para el momento del alza de precios en el 2008).
Estas implicaciones en el mercado petrolero internacional tienen ramificaciones para los productores y exportadores de América Latina. Tal es el caso de Argentina, Ecuador, Venezuela y Colombia, para no citar sino solo algunos sudamericanos. En principio, si los precios internacionales se ubicaran en niveles moderados, el desafío para estos productores consistiría en ser más eficiente en la extracción de sus reservas petrolíferas (menor costo relativo). De ahí que la tecnología cumpla un papel primordial para el desarrollo de los hidrocarburos en estos países. Si aunamos a ello, la posibilidad de acudir a ciertas tecnologías de punta del primer mundo europeo (Alemania) para lograr un más eficiente desarrollo industrial del proceso productivo y disminuir, a la vez, el impacto de la huella de carbono, estaríamos en presencia de un verdadero “breakthrough” petrolero para el desarrollo hidrocarburífero en la región. Por otra parte, el mensaje que nos deja es la necesidad de implementar estrategias volumétricas dentro de las capacidades de cada Estado; p.ej. no es lo mismo el caso argentino que el venezolano (pocas vs. grandes reservas). Lo común es sin embargo, que está en la órbita y alcance de sus políticas públicas establecer regímenes fiscales amigables que permitan aumentar la producción y la capacidad de esos productores (caso también aplicable a Colombia). Ello generará mayores ingresos petroleros, independientemente de cuál sea el nivel de precios, sobre los cuales no se tiene control alguno. Por otra parte, y dada la relevancia del petróleo que estaría aún vigente por las próximas dos décadas, será necesario para estos productores extraer el máximo posible, y este sentido Colombia deberá invertir ingentes sumas de dinero para aumentar sus reservas, garantizando así la continuidad productiva en el largo plazo. En otros palabras, la necesidad de invertir en CAPEX para que la exploración continúe y se expanda, y así revertir la baja relación de reservas/producción (R/P) que de momento solo alcanza a 6 años, por el bajo nivel de reservas ubicados en 2.5 B de barriles que posee el país en la actualidad. En otras palabras, el gran dilema nacional se vincula a favorecer el corto plazo (miopía política) o a volcarse hacia el largo plazo, con una visión industrial del desarrollo petrolero, en vez de implantar un modelo puramente rentístico.
* CEO/President GBC – Associate Quality Energy Solutions (QES) Alemania