EDITORIAL LAS TENDENCIAS DEL SECTOR ENERGÉTICO

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El mercado energético mundial sigue dando muestras de alta volatilidad en materia de precios. En anteriores ediciones de este Boletín hemos analizado la evolución y perspectivas del merca

do, y como balance, no podemos sino ratificar que los pronósticos son inestables y efímeros, y que la volatilidad sigue siendo la pauta del mercado. Cuando comentamos en una edición anterior que se había producido un respiro para el sector petrolero mundial, al superarse el nivel de US$ 50 por barril, a los pocos días ocurrió
un derrumbe de precios hacia niveles cercanos a US$ 40 WTI, donde se mantuvo durante varias semanas. Al momento de escribir esta nota se registra una nueva recuperación de precios, al ubicarse el WTI bordea en US$ 48,22 y el Brent US$ 50,89, brindando nuevas esperanzas a la anhelada tonificación de precios en el mercado.

No obstante, tales señales no pueden ser aún consideradas estables. Algunos analistas atribuyen el repunte reciente a las expectativas generadas por la celebración de la próxima reunión de la OPEP a finales de septiembre en Argelia, aunque las probabilidades de que de dicha reunión surjan decisiones en materia de reducción de la producción, son casi nulas. De otra parte, la economía china sigue reflejando una desaceleración en su crecimiento, el cual de acuerdo a estimaciones del FMI, se ubicaría este año entre 6,5 y 6,6%. Así mismo, los países avanzados crecerán este año en un promedio de apenas 1,9%, sin que las perspectivas luzcan mejores para estos países en el año 2017. Otras naciones como Rusia, Brasil y Venezuela registrarán contracciones en su PIB, en montos superiores al 3% en el caso de los dos primeros, y en torno al 10% en el caso venezolano, con un promedio de decrecimiento para América Latina este año cercano al 1%. Todo ello representa una señal no optimista sobre el comportamiento de la economía mundial, que sigue ejerciendo influencias sobre los precios de los “commodities”.

Por el lado de la oferta, según cifras de la OPEP, el suministro de petróleo de los 14 países miembros de la organización alcanzó a 33,1 Mb/d, en tanto que la de los países no OPEP a 56 Mb/d, para un total superior a los 90 Mb/d, sin previsiones de cambios significativos para al año 2017. Con todo, cabe anotar que de 2014 a 2016, el suministro de la OPEP ha pasado de 31 Mb/d a 33 Mb/d, ubicándose las variaciones más significativas en Irán, país que aumentó su producción de 2,8 Mb/d a 3,63 M b/d gracias a la superación progresiva del bloqueo de occidente a sus exportaciones; por su parte Irak incrementó el suministro de 2,8 Mb/d a 2,94 Mb/d en dicho período, Arabia Saudita pasó de 9,7 Mb/d a 10,5 Mb/d, y los Emiratos Árabes de 2,76 a 2,94 Mb/d. Los únicos países que han registrado disminuciones en los volúmenes de producción han sido Nigeria, Libia y Venezuela, los dos primeros por delicadas situaciones políticas y de orden público que los afectan, y Venezuela como derivación de la grave crisis múltiple que confronta. El hecho es que estos países dispondrían de volúmenes cerrados de producción que acceder en un futuro al mercado, como está ocurriendo con Irán, escenario que se traduciría en incrementos en la oferta. Por ello no es predecible que los precios puedan retornar a los niveles elevados que alcanzaron años atrás.

En el caso de los Estados Unidos, se registra una reducción de inventarios de petróleo, que ha contribuido al reciente impulso de los precios. Además, la industria ha hecho un significativo esfuerzo de reducción de costos, entre otros a través de mejoramientos tecnológicos, lo cual hace prever que la producción de hidrocarburos de esquistos con el uso de la tecnología del “fracking”, la cual ha permitido a ese país alcanzar un mayor nivel de autosuficiencia energética, se mantendría dinámica con precios por encima de US$ 50 por barril. De esa forma, la política desplegada por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes de no reducir producción, si bien provocó un daño inicial a los Estados Unidos al generar la caída de nuevas inversiones en yacimientos de esquistos, estaría perdiendo efectividad al lograrse costos menores y técnicas más avanzadas de producción. La contracción de la producción en Estados Unidos ha sido de unos 700.000 b/d, desde el nivel pico de producción alcanzado en 2014 de 9,4 Mb/d.

En lo que a Colombia respecta, la producción petrolera mantiene una tendencia declinante desde el nivel reportado en junio de 880.000 b/d, a 843.000 b/d en julio, lo cual genera indudables efectos negativos sobre la situación fiscal y de ingreso de divisas del país. Muestra de ello es que en el año 2015 las exportaciones totales descendieron en un 34,9%, a US$ 35.691 millones, y de ese total, las de combustibles e industrias extractivas lo hicieron en un 47,1%, con el factor agravante de que han seguido contrayéndose en el primer semestre de 2016, período en el cual las exportaciones globales bajaron en un 25,7% respecto a igual período de 2015, y en un 38,9% las de combustibles y productos de la industria extractiva. Más específicamente, las exportaciones de petróleo descendieron en el primer semestre del año en un 50,3% con respecto al primer semestre de 2015, siendo Estados Unidos, Panamá y China los países que registraron una mayor contracción. Y el otro dato relevante tomado de estimaciones de la ACP, revela que la inversión extranjera directa en el sector petrolero caería este año en un 42%, a un monto de US$ 4.720 millones, cifra que no se veía desde el año 2007, en que se ubicó en US$ 4.156 millones.

Sigue siendo por tanto una señal de alerta nacional la caída en la actividad sísmica, de exploración y perforación, según se deduce de cifras manejadas por la ACP y otros organismos, confirmadas por los datos de la Autoridad de Licencias Ambientales (ANLA), según la cual en el primer semestre de 2016 se han reducido en un 47% las solicitudes de licencias ambientales para el sector hidrocarburos, ya no solo por problemas relacionados con demoras en los trámites, sino por la disminución de actividades exploratorias debida a la baja rentabilidad asociada al nivel deprimido de los precios del petróleo. Resulta pues fundamental para Colombia tratar de revertir en el corto plazo esa tendencia, ya que de lo contrario seguiría descendiendo el nivel de reservas probadas de petróleo, hoy calculadas en 5 años de producción, colocando al país ante escenarios económicos de mucho riesgo, como sería una sensible reducción futura de la oferta exportable de hidrocarburos, o lo que sería peor, la eventual necesidad de recurrir a importaciones de productos del sector, sin que en el interregno se haya logrado propiciar una diversificación productiva, energética y exportadora. Merece a ese respecto especial atención la afirmación hecha por el Presidente de la Asociación Colombiana de Minería (ACM), Santiago Ángel, quien asegura que el limbo jurídico aleja a los inversionistas extranjeros, y que ello podría ser incluso un elemento más nocivo para el desarrollo del sector extractivo que la carga tributaria de las empresas, tema de por sí fundamental para las decisiones de inversión en el país.

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